martes, enero 03, 2006

Lo que pasó y lo que se viene (I)

El Año Nuevo dejó atrás algunos de los episodios más trágicos de las últimas décadas. O por lo menos eso esperamos.

Aunque el tsunami en Asia ocurrió a fines del año 2004, la magnitud de ésta tragedia recién se empezó a comprender a principios del 2005.

Cientos de miles entre muertos...


...desaparecidos y desplazados hicieron que éste fenómeno se convirtiera en una de las peores tragedias humanas de la época moderna.

Por otro lado, la mobilización casi inmediata de gobiernos, instituciones internacionales y agencias de socorro de gran parte del mundo, unido a la acción de miles de voluntarios y a un volumen sin precedentes de donaciones tanto financieras como de otros bienes por parte de individuos, dejaron ver también lo que se puede conseguir cuando la buena voluntad de la gente y la actitud responsable de los gobernantes convergen para un fin común.

Uno de los aspectos más impresionantes de ésta convergencia fue sin duda alguna el papel que jugó la tecnología y la Internet en particular.

Otro fenómeno natural, el huracán Katrina, causó la destrucción casi total de una de las joyas culturales más preciadas de nuestro país, la ciudad de Nueva Orleans.

En contraste con la respuesta que se dió en Asia después del tsunami que cogió a la región totalmente por sorpresa, la respuesta del gobierno federal ante Katrina estuvo completamente ausente, y la respuesta de las autoridades locales y regionales dejó mucho que desear ante un fenómeno natural anunciado con varios días de anticipación.

La tragedia humana en Nueva Orleans fue inmensa y aun continúa siéndolo. El gobierno federal de Bush representado por FEMA mostró entonces una total falta de preparación, una incompetencia absoluta y un desinterés casi criminal por la tragedia que afectó (y aun afecta) a decenas de miles de personas de esa ciudad, la mayoría afroamericanos de clase pobre.

El nivel de incompetencia y negligencia federal se pone más de manifiesto casi cinco meses después de la tragedia cuando aun se siguen encontrando cadáveres y el público no tiene ni idea de cuales son las cifras reales de muertos, desaparecidos y desplazados.

Un esfuerzo sistemático de las autoridades federales han mantenido alejados a los medios de prensa de toda acción de rescate y los procedimientos utilizados (si acaso existen) para tabular las pérdidas humanas son completamente desconocidos.

Los fondos supuestamente designados a reconstruir la ciudad aun no han sido desembolsados y los rumores en Washington es que la administración Bush no tiene ningún deseo o apuro en hacerlo. Después de todo, dicen algunos, desde el punto de vista de Bu$hCo Nueva Orleans era un enclave de tendencia demócrata dentro de un estado republicano (Louisiana), y si ésta ciudad es habitada nuevamente la preferencia no sería para aquellos pobres que el gobierno federal decidió en un principio abandonar.

Por ello no sorprende a nadie que muchos de los fondos disponibles vayan a ser dirigidos por orden de Bush a organizaciones basadas-en-fé (religiosas y otras de derecha), o en forma de cupones para colegios privados (que
obviamente son religiosos la mayoría) y, por supuesto, una buena cantidad será destinada a Halliburton y otras compañías que están en colusión con el gobierno para sacarle la mayor cantidad de dinero posible al estado.

Por lo tanto, la pregunta de Año Nuevo que se hacen los miles de afroamericanos pobres desplazados de Nueva Orleans y abandonados por Bu$hCo es: ¿será acaso lo que se viene peor que lo que pasó?

Sinceramente, esperamos que no.

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